¿Será necesario festejar el Centenario?
El próximo cinco de febrero se cumplirá el Centenario de la Promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, un documento con toda la fuerza del Estado Mexicano.
Desde su nacimiento la Constitución ha sufrido una serie de reformas que se supone son por y para el beneficio de todos los habitantes del país.
La primera reforma constitucional fue en 1921, es decir, cuatro años después de su promulgación y hasta la fecha se han modificado un total de 699 artículos de 136 con los que cuenta desde que fue promulgada; solo se han agregado párrafos, pero no se ha aumentado el número de artículos (136), y obviamente algunos mismos artículos han sido reformados no solo una, sino varias veces y algunos otros están intactos desde su nacimiento. Cabe hacer mención que la Constitución de 1917 entró en vigor el día primero de mayo de ese mismo año.
De los períodos presidenciales con menos reformas constitucionales tenemos el de Emilio Portes Gil, solo con dos y el de Pascual Ortiz Rubio con cuatro; por otro lado, los periodos en que más modificaciones constitucionales se han realizado hasta el momento son, en el actual periodo presidencial ciento cuarenta y siete y en el de Felipe Calderón Hinojosa ciento diez. Sin duda, cualquier reforma debe obedecer a la necesidad de adecuar las normas a la realidad con las que se vive en este México y en el mundo tan cambiante.
El debate acerca de elaborar una nueva constitución o seguir con las reformas como hasta la fecha, sigue en el tintero de los estudiosos del Derecho; sin embargo, más que reformas o una nueva constitución es necesaria la aplicación a cabalidad de las leyes plasmadas no solo en la también denominada Carta Magna, sino en todas las disposiciones vigentes, que son contadas por miles, lo cual llevaría al país a otro estadío, recordemos que la ley no se negocia, se aplica.
Ante el panorama que se vislumbra en la relación con el vecino país del norte ahora que estrena nuevo presidente, es necesario fortalecernos más como país, y no necesariamente con reformas, solo darles paso a las vigentes.
¿Qué ganamos con estar negociando al exterior, sí al interior nuestro país no aplica las reglas del juego que los mexicanos directa o indirectamente hemos creados durante tantos años?
En nuestra carta magna ha quedado plasmada la protección de los Derechos Humanos, el reconocimiento y respeto a los pueblos indígenas y sus costumbres, ha fortalecido a los órganos electorales, se ha avanzado en materia educativa, pero en materias como las laborales y agrarias se han quedado estancadas y no han avanzado de acuerdo a la nueva realidad del país.
Aunque tengamos las mejores leyes, de nada servirán sí no se aplican, quedando en letra muerta en nada se abona al desarrollo del país.
Ante esta oportunidad de unidad de los mexicanos, que han manifestado diversos sectores del país, debe ser no sólo en contra de lo que ha dicho o hecho el presidente estadounidense, sino contra los grandes males que vivimos en México, como el no combatir la corrupción en todas sus dimensiones, no asegurar la rendición de cuentas, la cual debe ser prioridad de todos, y no castigar a quienes han dañado a los mexicanos y al país con sus conductas fuera de la ley.
La fuerza está en el pueblo, sólo hay que hacerla valer.
. . . puede ser que sí, puede ser que no, lo más seguro es que quien sabe, pero. . . se habla, en últimas fechas en el ambiente político, del Pacto de los Pinos, donde aparentemente se dieron algunas alianzas, algunas líneas de acción para detener el avance del otrora llamado "Peligro para México"; sin embargo a río revuelto ganancia de pescadores, por lo que no hay creer en todo lo que se dice.
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