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El desempleo

Sergio Sarmiento

Uno de los grandes mitos económicos oficiales de nuestro país tiene que ver con el desempleo. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI arroja para México uno de los niveles de desocupación más bajos del mundo.

El 2005 cerró con un desempleo abierto de 2.84 por ciento de la población económicamente activa. Esta cifra se encuentra por debajo, incluso, del desempleo mínimo que debe tener una economía por razones naturales, debido a las personas que están cambiando de trabajo o buscando una nueva posición.

Un desempleo de menos del 3 por ciento significa que cualquier persona que quisiera realmente un trabajo lo encontraría. También quiere decir que la economía estaría sufriendo una fuerte presión al alza en los salarios porque las empresas tendrían dificultades para encontrar personal. Con este registro de desempleo se explica la afirmación del portavoz de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar, de que los emigrantes no dejan nuestro país por desempleo sino por razones culturales.

Quienquiera que recorre las calles de nuestro país buscando empleo, sin embargo, sabe que la realidad no tiene nada que ver con la estadística. Constantemente me veo bombardeado por propuestas de gente que busca trabajo, mucha de la cual se encuentra ya desesperada después de meses o años de infructuosos intentos.

Es verdad que hay zonas del país en que se requieren trabajadores con poca preparación y dispuestos a ganar entre dos mil y cuatro mil pesos mensuales. También es cierto que mucha gente encuentra la manera de evitar el hambre a través del trabajo informal. Pero para la enorme mayoría de los mexicanos, tener un empleo es una ilusión inalcanzable.

Y no sorprende. Cada año ingresan al mercado laboral mexicano alrededor de 1.4 millones de mexicanos. Estaríamos hablando así de que sólo para mantener el nivel de desempleo en los niveles de inicio del sexenio, habría sido necesaria la creación de siete millones de empleos. Pero en los cinco últimos cinco años se han generado solamente 539,757 empleos formales registrados en el IMSS.

Y ésta no es toda la historia. De esos empleos creados en los últimos años, sólo 21,861 son permanentes; los otros 517,896 son temporales. Si lo que queremos decir con "creación de empleos" es la generación de puestos de trabajo no sólo formales sino permanentes, podemos decir que el actual ha sido un sexenio de total estancamiento.

Ante la falta de empleos nuevos, y la masiva demanda por cualquier tipo de trabajo, hemos visto una inevitable pauperización de los salarios. Tenemos demasiados aspirantes persiguiendo un número demasiado escaso de empleos. Uno de los sectores del mercado laboral donde esta pauperización resulta más clara es el de los jóvenes graduados de las universidades. El ingreso promedio de una persona que apenas ha obtenido una licenciatura universitaria es, según la Secretaría de Trabajo, de apenas 5,710 pesos al mes.

Las válvulas de escape para los siete millones de mexicanos que han ingresado al mercado laboral en estos últimos cinco años han sido la economía informal y la migración a los Estados Unidos. Alrededor de medio millón de mexicanos tratan de escapar cada año a la pobreza y falta de oportunidades arriesgando la vida para cruzar la frontera. Por eso es tan contraria a la realidad económica que viven millones de nuestros compatriotas la afirmación del vocero presidencial de que la migración es producto de razones culturales.

Las encuestas y estadísticas nos muestran, es cierto, que un 75 por ciento de quienes tratan de cruzar la frontera cuentan con un empleo en nuestro país. Pero esa cifra no nos dice cuánto están percibiendo en ese trabajo o si éste es formal. Aun si damos por válido el dato, el desempleo de 25 por ciento de quienes emigran es casi diez veces más que la tasa oficial de desocupación abierta de 2.84 por ciento al cierre del 2005.

No tiene mucho sentido culpar sólo al Gobierno de Vicente Fox por la dramática situación que vive nuestro país en materia de empleo como lo hacen los políticos de la oposición. La responsabilidad está muy difundida. La comparten los legisladores que se han negado a hacer las reformas estructurales y que siguen obstaculizando la inversión productiva. También los sindicatos que, aprovechando sus monopolios, promueven el trato especial a sus agremiados y crean barreras para la generación de nuevos empleos.

El hecho, sin embargo, es que el principal fracaso de nuestro país se encuentra en la falta de creación de nuevos empleos: empleos de calidad, en la economía formal y con sueldos dignos. Y si los actuales candidatos a cargos de elección popular no lo entienden, seguiremos acumulando generaciones de jóvenes sin futuro.

EL GABINETE DE EVO

¿Una trabajadora doméstica como ministra de Justicia? ¿Un periodista y activista político como ministro de energéticos? Evo Morales, el nuevo presidente de Bolivia, dio a conocer ayer un gabinete lleno de sorpresas. La gran pregunta es si los designados tienen realmente la capacidad técnica para cumplir con sus funciones. Para bien de los bolivianos, ojalá que tengan la preparación para sus responsabilidades.

Correo electrónico; sergiosarmiento@todito.com

Escrito en: desempleo, país, trabajo, empleos

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