
Línea AMA: A partir de marzo, excesos se reflejan en salud mental
El mito del “Blue Monday” parece simple: un día específico -el tercer lunes de enero- se etiqueta como el más triste del año. Sin embargo, la realidad de las crisis emocionales asociadas al período post-festivo revela un fenómeno que luce más complejo, persistente y con raíces principalmente económicas, según revela Carlos Valles, coordinador de la Línea AMA, servicio especializado en atender llamadas de personas en situación de crisis mental o con ideación suicida.
“Las fiestas decembrinas funcionan, contrario a lo que muchos creen, como un factor protector”, explica Valles. Pero es después, cuando la realidad económica golpea, que los especialistas detectan un incremento sustancial en las crisis. Este patrón desmonta la creencia popular de que diciembre, con su carga emocional asociada a la nostalgia familiar, es el período más crítico para la salud mental.
Las conclusiones basadas en los registros de llamadas a la Línea AMA y las atenciones realizadas directamente con los pacientes, muestran un patrón consistente: es hacia la tercera semana de enero cuando comienza lo que Valles denomina “el rezago emocional”. Este fenómeno coincide con el vencimiento de los primeros pagos de tarjetas de crédito, la disminución del aguinaldo y el enfrentamiento con la realidad financiera tras los excesos decembrinos.
El famoso “Blue Monday”, lejos de ser un concepto científico, tiene su origen en la Gran Depresión estadounidense de los años 20 del siglo pasado, cuando los efectos económicos se manifestaban en la salud mental colectiva. “No es por una cuestión biológica o algo del clima”, aclara Valles; “meramente es porque coincide que justamente es cuando empieza el rezago de todo lo que no pagué, de los excesos”.
INICIA LA OLEADA
Lo más revelador del análisis de las llamadas recibidas y los diagnósticos de los pacientes atendidos, es que el período crítico no se limita a enero. Marzo y abril representan otra oleada significativa en la demanda de atención por crisis mental.
“Todavía incluso en abril, hay muchas cosas que se compran en noviembre y se pagan hasta ese mes”, señala el especialista. Este ciclo extendido de presión financiera desafía la idea de una recuperación rápida tras el “Blue Monday”.
Un dato adicional surgió durante la revisión estadística de inicios de año: la angustia económica figura entre los principales motivos de llamada. “Es sorprendente encontrar que mucha gente nos llama porque están atorados con las cuestiones económicas y ya no encuentran una salida”, advirtió Valles Barboza. Sin embargo, esta relación entre los problemas financieros y la ideación suicida representa un aspecto que todavía está poco visibilizado en los enfoques tradicionales de la prevención, trascendiendo incluso a las clases sociales.
“Yo creo que somos muy pocos los que están exentos de esto, incluyéndome”, afirma Valles, señalando que la presión por mantener ciertos estilos de vida afecta a amplios sectores de la población.
“Los ritmos de vida, las exigencias personales e incluso sociales, nos llevan a querer darnos un ritmo de vida a veces que no podemos costear”.
Según se desprende del análisis de estos patrones, la prevención debería enfocarse en la planificación financiera como herramienta de salud mental.
“Escucho compañeros que hablan de que ya desde ahorita están empezando a repartir los juguetes de Navidad y parece broma, pero es algo muy bueno”, comenta Valles, destacando cómo la programación anticipada de gastos podría mitigar las crisis que atienden.
Los especialistas de la Línea AMA han detectado que después de mayo, los factores desencadenantes de crisis cambian nuevamente. Esto sugiere un ciclo anual de salud mental que los servicios de prevención deberían considerar para optimizar sus recursos y campañas.
La investigación de estos patrones podría transformar los enfoques de salud pública. En lugar de concentrar recursos en fechas específicas como el “Blue Monday” o las festividades decembrinas, los datos sugieren la necesidad de un apoyo sostenido durante el primer cuatrimestre del año, con énfasis en herramientas de gestión financiera y manejo del estrés económico.
Y TODAVÍA FALTA EL CALOR
Las variaciones climáticas no solo afectan el confort físico de las personas, sino que tienen un impacto severo en la salud mental y comportamiento social, representando otra variable significativa que los especialistas han comenzado a documentar sistemáticamente.
“Las influencias que se han encontrado en climas cálidos han sido más que nada sobre la frustración. Lidiamos menos con la frustración”, explica Valles.
Esto contradice la percepción común de que el calor principalmente causa depresión o letargo, cuando en realidad el impacto más significativo se da en nuestra capacidad para manejar situaciones adversas y mantener la calma.
“Más allá de que influya en nuestro estado de ánimo, genera que estemos mucho más irritables”, agregó.
Otro dato en torno a este tema, es que la relación entre calor e irritabilidad no es universal ni afecta a todos por igual, pues hay personas que bajo esas condiciones pueden sentirse cómodas. Pero el especialista refirió que existen tendencias criminológicas a nivel mundial que revelan que en países o ciudades donde donde prevalece el calor intenso, en épocas de verano aumentan los delitos violentos. Lo que dejaría de manifiesto una correlación entre temperaturas elevadas y comportamientos agresivos.